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miércoles, 27 de mayo de 2015

EL CORRUPTO NO ES UN VENCEDOR


Me llamó poderosamente la atención, la frase que dijo el Nuncio Apostólico, Nicolás Henry Marie Denis Thevenin, El día de hoy en el Congreso contra la Corrupción realizado en la ciudad de Guatemala, declarando que: “El corrupto no es un vencedor y no es una persona astuta”.
Es increíble que en nuestros días, se pretenda creer que la corrupción es un sinónimo de valentía, astucia, inteligencia etc. La corrupción no es más que un acto que denigra al individuo y por lo cual toda persona honesta, transparente y sobre todo respetuosa de la ley, no debe en ninguna circunstancia aceptar, consentir, ni mucho menos pretender alabar un acto a todas luces ilegal.
La corrupción es un abuso de poder, de funciones o de medios para sacar un provecho económico o de otra índole. Por lo que la corrupción política debe entenderse como el mal uso del poder público para obtener una ventaja ilegítima, debiendo utilizar ese poder para servir con integridad a nuestro país y no para el aprovechamiento personal mediante el uso del tráfico de influencias, el soborno, la extorsión y el fraude (Delitos).
En la actualidad, tal y como conocemos a través de los diversos medios de comunicación, se han destapado varios focos de corrupción en distintas instituciones del Estado, como por ejemplo: el caso del contrato entre el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) y la empresa PISA, el caso de defraudación aduanera (La línea), el desvió millonario del Congreso de la República, La compra sobrevalorada de imágenes de seguridad en el Ministerio de Gobernación etc. Esto viene a demostrar no sólo la impunidad con la que pueden estar actuando los distintos funcionarios y empleados públicos sino también la necesidad del endurecimiento de las leyes para castigar estas situaciones y la necesidad de una reforma política generalizada.
Es por ello que, para aclarar estos casos de corrupción debe realizarse una investigación de fondo y con respeto al debido proceso y de esta manera deducir  responsabilidades, estableciendo el grado de responsabilidad, sobre todos los implicados en estos actos.
Como Sociedad Guatemalteca nos corresponde seguir manifestando nuestra inconformidad ante estos hechos delictivos y exigir la extinción de los bienes y recursos adquiridos de manera ilícita, hacer propuestas para lograr una transformación del sistema político en nuestro país y como personas individuales gritar con nuestro ejemplo, como bien los dijo el Nuncio Apostólico “El corrupto no es un vencedor y no es una persona astuta”, sino un degenerado.

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